viernes, 21 de mayo de 2010

Nocturna - Crítica

Este es una opinión personal sobre la reciente obra de Guillermo Del Toro y Chuck Hogan "Nocturna" ("The Strain", en inglés) que leí hace poco.

Advertencia: contiene spoilers.

Ante todo, debo admitir que "Nocturna" no resultó ser precisamente lo que esperaba. Cuando escuché comentarios, antes de leer el libro, acerca de lo que Del Toro prometía con este título (vampiros que ostentaban su naturaleza maligna y horrorífica, a diferencia de la oleada actual de vampiros citadinos con buenas intenciones como los de la serie Crepúsculo) me entusiasmé con la idea de volver a sumergirme en una historia de vampiros clásicos al estilo Bram Stoker.

Gran error. Todo el glamour vampírico tradicional (murciélagos, colmillos, seducción, superstición) ha sido extirpado de esta obra y sustituido por una visión científica-anatómica-epidemiológica del fenómeno.

El libro relata la historia del Dr. Goodweather que súbitamente se ve envuelto en un misterio que gira alrededor de un avión que aterriza en el aeropuerto de Manhattan y cuyos pasajeros y tripulación están todos muertos. Obviamente hay vampiros detrás de esto y poco a poco se van desvelando las piezas del rompecabezas, al tiempo que aparecen más personajes y se complica el escenario debido a la propagación tan rápida de la epidemia vampírica.

En cuanto a la narrativa, esta obra más parece un guión cinematográfico que una novela. Las descripciones de los personajes, lugares y acciones son suficientes pero no inmersivas. Todas las locaciones son demasiado genéricas: un aeropuerto, una zona residencial, un estacionamiento, un parque.

Para el lector no existe en momento alguno la sensación de encontrarse en el sitio descrito. Sin embargo sí experimenta el suspenso del relato, ya que los capítulos de la obra tienen la tendencia de llegar a su fin antes de acabar de relatar lo sucedido, dejándolo a la imaginación del lector en lo que cambia de página para comenzar el episodio siguiente. Este esquema, que se mantiene prácticamente durante toda la primera mitad del libro, semeja secuencias de cine con cortes abruptos, típicos de las películas de terror.

El diseño de los personajes es más bien pobre. Al principio son descritos en sus características exteriores y posteriormente podemos darnos una idea de sus personalidades. Sin embargo, durante el desarrollo de la historia los personajes interactúan pero no evolucionan. No existe una verdadera comunicación entre ellos, sino un simple intercambio de información que sirve de artilugio para enterar al lector de lo que ocurre.

No se le da al lector la oportunidad de profundizar en las mentes de los personajes ni de identificarse con ellos, mucho menos quererlos. Cuando ocurre alguna muerte, al lector le da estrictamente igual. Todos, tanto personajes principales como secundarios y "extras", no constituyen más que manequíes con nombres.

El ritmo de la narrativa es constante durante la primera mitad y luego se acelera poco a poco hasta llegar al final. Existen muchos pasajes donde únicamente se describe el lugar y la atmósfera, para luego mencionar alguna acción corta o sencilla. Más tarde comienzan secuencias de mucha acción, las cuales se diferencían mucho unas de otras en cuanto al detalle con que se describen los movimientos de los personajes (sobretodo si son peleas). Algunas de éstas mencionan de manera precisa cómo giró el personaje y con qué mano sujetó algún objeto para defenderse de su atacante, mientras que otras abrevian todo esto simplemente comentando que el enemigo fue eliminado.

Hablando de los vampiros en sí, que es de lo que trata esta novela y que puede ser lo que interese más a su público, tengo que decir que de vampiros no tienen nada. Son monstruos, sí, que se alimentan de sangre humana y contagian a sus víctimas convirtiéndolos en el mismo tipo de monstruo. Pero son estos los únicos elementos que tienen en común con lo que alguien al día de hoy pueda entender por vampiro.

Resulta que mientras leía la novela, la impresión que me causaba era más nauseabunda que horrorífica. Estos seres tienen mucho más parecido con los zombies que con los vampiros a los que estoy acostumbrado. En esta obra, los vampiros nuevos carecen de intelecto y buscan alimentarse con movimientos torpes y refugiándose de la luz como animales. Van por el mundo ensuciándose después de alimentarse y no actúan con sigilo, sino con hambre bestial y mala coordinación. Obedecen en conjunto a una mente superior, o sea el vampiro jefe de quien se desprende de manera piramidal la epidemia.

Otro aspecto diferente y fundamental en Nocturna es el concepto casi científico con que se plantea la "enfermedad" vampírica. A lo largo de sus episodios se mencionan diversas características anatómicas de los vampiros y los síntomas que se presentan durante la transformación de un humano en vampiro. Más tarde se da a conocer cómo este contagio ocurre a nivel parasitario vampiro-huésped. A partir de las premisas manejadas en la obra (en un nivel explicativo más acorde a la literatura de ciencia ficción que a la fantasía) es que los héroes se equipan con armas específicas para combatir la epidemia en Manhattan (nada de ajo, cruces ni agua bendita, sino lámparas de luz ultravioleta).

Este punto de vista más científico que dogmático (en lo terrorífico) le resta mucho potencial a la novela ya que la vuelve inverosímil. La solución que se da a los problemas resulta demasiado sencilla en cada ocasión y es, además, inmediata. No existe el sentimiento de desesperanza o temor; simplemente se llega a un esquema de acción-reacción.

En resumen, esta novela constituye una propuesta interesante sin más. Numerosos pasajes de suspenso y acción; pocos de reflexión. Los personajes no tienen un valor personal y la historia sólo causa miedo a base de momentos de tensión en circunstancias de pelea. Una historia de vampiros que agradará quizá a los que gustan de las películas de zombies - género que prefiero evitar.